El Verano - Relato Corto

En medio del odio descubrí que había, dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible […] En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible

-Albert Camus, El Verano.

I

El sol brillaba desde temprano y su luz entraba oblicuamente a través de las delgadas persianas de tela gris, cubriendo la habitación con una difusa claridad que suavizaba los contornos de las cosas, difuminándolo todo.  «¿Tan tarde es?» se pregunto a sí mismo el hombre. Su esbelta figura descansaba entre las sábanas, sus movimientos adormilados todavía. «Vaya bendición, el Sol». En el Invierno el calor no asomaba por ninguna parte, y uno perdía siempre la noción de dónde buscarle. Levantándose de la cama, como todos los días, el hombre se vistió despreocupadamente, eso sí, teniendo en cuenta usar una playera que dejase al descubierto sus morenos brazos y, ya en la puerta del apartamento, se dispuso a salir, calzándose los viejos zapatos de cuero marrón y dejando en su lugar la sombrilla, regalo de su madre, que nunca utilizaba.

Afuera, la luz del medio día esclarecía todo, y otorgaba a la calle, cercada de vivos árboles y coloridas flores, una sensación de lucidez onírica, como la que uno encuentra raras veces en los sueños febriles. Ya al dar los primeros pasos bajo la cálida luz podía el hombre sentir el tierno abrazo del Sol, que venía a recordarle, tras la fría noche de hacia solo unas horas, la sensación del calor, del verano. El hombre, al mirar la piel tostada de sus brazos, sonrió de oreja a oreja. El Sol no era sólo un sueño. El Verano, no era solo un sueño. Levaba sus marcas en la piel.


Ground Swell - Edward Hopper - 1939


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